Es curioso ver como el ser humano se preocupa constantemente por incrementar sus conocimientos, por desarrollar sus habilidades y capacidades sobre todo intelectuales con miras a ser más competitivo, por aprender sobre todas las ramas en la vida; pero sucede que se enfoca tanto en el exterior, que se olvida de lo más importante, del interior.
Constantemente nos encontramos con personas que se creen expertos en cualquier área y opinan sobre todo, pero cuando se trata de hablar acerca de sí mismos, de sus emociones y de sus sentimientos, toda esta elocuencia se va perdiendo. Se sienten arropados por la confusión, por la ignorancia y por el miedo; por lo que su mecanismo de defensa es pasar la hoja rápidamente y buscar otro tema de conversación.