domingo, 24 de julio de 2011



Alégrate, Dios está en ti.

Muchos se pasan la vida preocupados, mirando hacia todos lados y preguntándose constantemente dónde  está Dios. Se sienten tristes porque ignoran que El está ahí: Como el dulce en la miel, como el aroma en la flor, como la luz en el sol, El está en cada átomo de la creación. Él ni proviene de ningún lugar ni va a otro. El se encuentra aquí, allá, en todas partes. El es Todo.


En Proverbios cap.17 vers. 22, dice: " El corazón alegre constituye buen remedio”. Pero lo cierto es que muchos no asumen esta  naturaleza de un  corazón alegre.

 Son muy pocos los que logran  escapar a las presiones de la vida diaria, las que pueden ocasionar frustraciones que generan  una actitud pesimista, a través de la cual,  la persona suele culparse por los problemas que se le presentan. Supone que las desgracias son permanentes y que ocurren porque es tonto,  incompetente o porque no tiene suerte. Como consecuencia, se resigna al fracaso.

En cambio el que tiene un corazón alegre asume una actitud optimista, viendo siempre el lado positivo de las cosas y esperando que suceda lo mejor.  Cuando la persona optimista atraviesa una dificultad, no lo ve como una derrota permanente. Dicha reacción no significa que se ciega a la realidad, sino que acepta y analiza lo que ha ocurrido. Luego, según lo permitan las circunstancias, toma medidas para cambiar o mejorar la situación.

 Es tiempo de que te liberes de esas falsas creencias que sólo traen limitaciones y estancamiento a tu vida. Debes entender que como ser espiritual que eres tienes el propósito de revelar el esplendor de la chispa divina que hay en ti.

No le des la oportunidad a la desesperación de que consuma tu energía vital y arruine tu actividad y esfuerzo. Dios existen en ti,  eres parte del universo,  entonces,  por qué perder la esperanza? Recuerda que una fe total y concentrada es lo único que puede darte la victoria.
Y para ser valientes es necesario el reconocimiento  al espíritu divino que hay en cada uno de nosotros, entendiendo que si Dios vive en mi, si es el espíritu que me da vida, como puede ser imposible lograr algo que me permita cumplir con mi propósito aquí en la tierra y ser plenamente feliz?

Todos estamos aquí para cumplir la voluntad de Dios de acuerdo con su propósito, su plan, su ley.  Un plan donde reina el amor y el perdón. Y para eso nos ha otorgado a todos y cada uno de nosotros muchas facultades, talentos especiales, pero es nuestra tarea descubrirlo en el transitar por este camino y ponerlo al servicio de los demás.

Lo que sucede es que al llegar a este mundo, nos olvidamos de esto y emprendemos el camino del ego, se nos olvida la ley de amor que debemos cumplir y la sustituimos por el egoísmo, el cual es la raíz de todos los males que vivimos hoy en día y la causa de tanto sufrimiento. Este es el camino que nos impone la sociedad desde que nacemos, el camino de la competencia, de la autodefensa, del miedo, del rencor y los prejuicios. Y es así como la gran mayoría se pasa la vida viviendo para el otro, logrando objetivos, luchando por ser exitosos, lograr el reconocimiento y la fama, con el fin de llenar el vacío interno, y cuando este es alcanzado lo que genera es un vacio mayor al existente.  Sólo alcanzas la plenitud, cuando haces lo correcto de acuerdo a tu nivel de conciencia. Cuando te dejas guiar por el ser superior que vive en ti, cuando cada uno de tus actos está impregnado de amor, cuando en vez de dedicarte a suplir tus necesidades materiales, suples las espirituales.  Las cosas materiales son un medio, no un fin.

Deja de mirarte como un individuo indefenso, inútil y abandonado que está sufriendo. Empieza a reconocer el ser mágico que habita en ti. Eres un alma eternamente bienaventurada, que has nacido para gozar una rica herencia, la cual se les dará siempre y cuando la pidan y la reconozcan.

Mateo 7: 7 dice: Pidan, y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra;
y al que llama, se le abre. Por esto tengan fe en su destino, y trabajen con alegría y contento para alcanzarlo.

Sean héroes y conozcan al ser supremo que vive en ustedes. La Diosa de la victoria le sonríe solamente a los valientes, a aquellos que se arriesgan con valor. Si ustedes se ganan la gracia de Dios, se verán reforzados con tanto poder que podrán acometer las tareas más difíciles.
Debemos entender que todas nuestras virtudes brotan de la gracia de Dios. Nuestra colaboración con su plan nos permite llevar a cabo la misión que nos ha encomendado. El gozo es el fruto de nuestra rendición a su voluntad. Todos los sacrificios y mortificaciones carecen de importancia al lado del gozo que Dios pone en el corazón de los que le aman. “Alégrate siempre en el Señor,  alégrate.

Vivamos alegremente y ofrezcamos nuestro gozo como homenaje de nuestro ser al Dios Todopoderoso. Ten presente que la divinidad cuidara el jardín de tu alma, hoy, mañana y siempre. Su amor nunca fallará, porque no cambia. Recuerda que todo lo que sucede en la vida es temporal, tanto las situaciones difíciles como el éxito. Lo único que no es pasajero es tu espíritu. El te dará fortaleza para llevar cualquier dificultad, por tanto deja a un lado las preocupaciones y miedos, y aprende a  disfrutar de su compañía. El gozo espiritual es un don que brota de un corazón que ama a Dios por sobre todas las cosas.


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